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Archive for the ‘EJERCICIOS’ Category

Diario (Él)

VIERNES 16

Sabía que el maldito insomnio sería mi perdición; el que ha imperado en mis noches desde que tengo uso de razón y contra el que he batallado todos estos años con todos los medios posibles a mi alcance. Pero esta noche todo ha cambiado; veo con ojos renovados mi mal y siento que tiene un motivo de ser que no debía serme revelado hasta ahora. El insomnio y las largas horas de desvelo que creía inútiles, me eran odiadas al amparo de la luz del sol, porque sólo me traían enormes bostezos y unas incipientes bolsas bajo los ojos que me recordaban que, en cuanto la luna volviera a asomarse en el cielo, mis sentidos despertarían de su letargo y mi cuerpo recuperaría toda la energía que había añorado a lo largo del día, y que ahora no necesitaba para nada.

Mi gran enemigo se convirtió anoche en mi fiel amigo, y reveló que, hasta ahora, tan sólo me había estado preparando para lo inevitable… Que ¿Qué ocurrió anoche para que todo mi mundo fuera sacudido por un terremoto que lo debilitó hasta los cimientos? Ja! Como si estas hojas de diario pudiesen interesarse o contestar a tales preguntas!

Era la una de la madrugada y, como de costumbre, me hallaba observando el techo de nuestro dormitorio, mi memoria reconocía cada pequeña imperfección de éste, incluso sin siquiera necesidad de luz. Me acompañaba en el silencio la acompasada respiración que emitía el cuerpo de mi mujer… El cálido cuerpo de mi mujer… Cuántas noches hace que no…? Recuerdo haberme casado como el hombre más enamorado del mundo.

Hastiado, decidí levantarme e irme un rato al salón para poder hacer ruido sin despertarla… Estaba claro que esa noche tampoco lograría conciliar el sueño; pero, a veces, el hecho de perder un tiempo viendo estúpidos videos de YouTube operaba milagros. Así que encendí el ordenador…

Cómo terminé metido en esa ventana del chat? Eso es algo que no logro comprender; creía que desde la aparición de Facebook, Messenger y demás; tales cosas ya no existían. Así que supongo que simplemente me picó la curiosidad al ver el anuncio en la esquina superior de la pantalla.

Entrar en aquel lugar fue como contemplar el cielo y vislumbrar, entre toda la chatarra espacial que orbita alrededor de nuestro planeta, la estrella más refulgente de todo el firmamento, el lucero del alba que se dignaba a mostrarse ante mí para iluminar mi oscuridad. Sí, anoche me encontré frente a frente con la mujer más desconcertante que he conocido jamás.

Entre frikis, trabajadores nocturnos a los que les falta más de un tornillo y estudiantes aburridos; ella se abrió paso hasta mí a través de la marea de comentarios absurdos que iban inundando la pantalla del ordenador, llamando mi atención, integrándome en aquel caótico mundo que ignoraba todo lo ajeno a él; despertando una vez más mi curiosidad, y algo más que no supe descifrar, hasta que finalmente acabamos optando por obviar a todos los demás y centrarnos exclusivamente en nuestra charla. No sé en qué punto de la conversación me di cuenta de que ella había logrado remover algo en mi interior que creía dormido, o tal vez ya extinguido, sin proponérselo… Ardid… Quién se pone un pseudónimo como Ardid? Yo me había decidido por un modesto Insomne88 y, aun así, no pasé desapercibido ante sus perspicaces ojos.

Las horas volaron sin que me diera cuenta, y no fue hasta que vi los primeros rayos de luz colándose furtivamente por la ventana del salón, que me di cuenta de que llevaba cinco horas charlando con aquella desconocida que, ahora, ya no era tan desconocida para mí. En lugar de conseguir mi objetivo de caer en los brazos de Morfeo, descubrí que la madrugada había pasado como una exhalación en su compañía, sin nada importante de lo que conversar pero sin que ningún silencio incómodo tuviera el valor de hacer acto de presencia e instalarse entre nosotros.

Siempre he oído que todas las grandes historias se desarrollan a partir de hechos intrascendentes, y así he sentido que ocurría con ella: A través de tontas conversaciones en las que ella iba revelándome una personalidad tan fresca como la brisa de la mañana, he comenzado a sentir que mi corazón iba haciéndose cada vez más ligero y que la risa acudía a mis labios con más facilidad que de costumbre. Un cosquilleo ha recorrido mi alma (Dios mío, pero es que aún estaba viva?) cuando le he leído decir “Insomne, eres único!” No he podido evitar reírme: cómo puede el insomne número 88 ser único?

Pero así me parece que es ella: sincera, espontánea, tan diferente a todo lo que me rodea habitualmente… Sin miedo a las consecuencias que puedan tener sus palabras o sin el temor que tenemos todos a mostrar nuestro verdadero ser. Con ganas de comerse la vida a bocados, sin darse cuenta de que es ella a la que yo me comería a bocados, esperando el mismo sabor que ofrece el primer mordisco de una manzana o el primer trago de cerveza en un día caluroso.

No sé bien qué es lo que ha ocurrido esta noche, pero algo que creía olvidado se ha despertado en mí interior, haciendo vibrar todas las fibras de mi ser y recordándome el que fui una vez, antes de ser esposo, abogado, presidente de la comunidad, socio número 1477 de la protectora de animales… antes de ser cualquier cosa etiquetable y olvidar quién era yo realmente.

SABADO 17

Cómo es posible que, a mi edad, me encuentre como un quinceañero de hormonas revolucionadas, o mejor dicho… y lo que es peor! Como una tonta quinceañera que lleva un registro de sus emociones y pensamientos en un absurdo diario que no merecería más que ser pasto de las llamas. Pero aquí estoy yo, pese a mis 30 años y pese haber dejado atrás la pubertad hace ya tanto tiempo que ni la recuerdo.

Acabo de dejarla en el chat y, es tal mi estado de excitación, que me sería imposible ir a acostarme con la intención de dormir. Tengo la imperiosa necesidad de dar rienda suelta a todas estas nuevas sensaciones que me embargan; debo liberar mi alma y calmar mi mente antes de poder ser capaz de realizar cualquier otra cosa que no sea pensar en ella. ELLA… la que parece haberse adueñado de todos mis sentidos y dedicarse a hacerlos bailar a su antojo.

Creo que me estoy metiendo en un lío del que ni siquiera puedo hablar con nadie, pero es que no lo puedo evitar; es como un magnetismo que tira de mí y me arrastra más allá de los límites de mi voluntad. Esta noche no he podido evitarlo; no he podido pese a que habíamos ido a cenar con una pareja amiga de mi mujer y, al regresar a casa, estábamos más contentos de lo habitual. Unos cuantos arrumacos y, de pronto, a Sonia ha acabado de hacerle efecto el alcohol y el cansancio ha podido con ella… “Mañana prometo recompensarte con creces”. Mañana… desde cuándo programamos todo lo que debería ser espontáneo?

Y ante este pensamiento, el recuerdo de ELLA ha cruzado mi mente como si de un relámpago se tratara, haciéndome incluso vislumbrar el resplandor imaginario que iluminaba la habitación y sintiendo el retumbar del consiguiente trueno reverberando en mi cuerpo.

Mis pasos se han encaminado decididamente hacia el ordenador, sin nada que pudiera refrenarme; esta vez con una idea fija en mi mente, pensando en lo absurdo de mis acciones y en lo ridículo de esperar… anhelar… encontrarla allí. “Por Dios, es sábado por la noche. Cómo pretendo que esté ahí metida, perdiendo el tiempo?” Pero ahí estaba… No sé si perdiendo el tiempo o esperándome, tal y como me ha confesado más tarde. Me esperaba… a MÍ?

Mientras las palabras fluían como un torrente entre nosotros, mi razón albergaba la esperanza de que la noche anterior no hubiese sido más que un mero espejismo, producto del cansancio y la falta de sueño. Sé que mi razón confiaba en que hoy, la misma chica que ayer me deslumbró, me resultara esta noche insulsa o superficial, y poder así relegarla como una simple anécdota en el fondo de mi memoria y poder continuar con mi vida de siempre. La cordura aseveraba que eso era lo mejor que podía haber ocurrido pero, a medida que mi pantalla se iba llenando de líneas, mi espíritu se ha ido volviendo cada vez más ligero, rompiendo todas las ataduras que lo retienen constantemente anclado a mi cuerpo.

Ha sido como rencontrarme con una vieja amiga con la que compartí en su día infinidad de cosas. La misma confianza, la misma complicidad; acabando el uno las frases del otro, comprendiendo y compartiendo cada pensamiento que cualquiera de los dos hubiera expresado. No; ha sido algo más que eso… Somos tan parecidos y tan distintos a la vez; como si fuésemos… Ah! Me da pánico admitirlo… Complementarios.

Esta noche no sólo me he descubierto amando su forma de ser, su carácter atrevido y desenfadado; esta noche Ardid ha ido un poco más allá, desnudando su alma ante mí. Imprudente ella al hacer algo tan íntimo frente a un desconocido! Pero ella no me considera así ya que, según sus propias palabras “Ayer te topaste, sin querer, con este chat porque alguna fuerza todopoderosa condujo tus pasos hasta mí. Y ayer comprendí que mis continuas incursiones sin sentido a este chat tenían el único objetivo de prepararme para cuando tú decidieses volver a mí.”

Volver? Sí, volver… Sé que suena incluso hasta psicótico y, en cualquier otra situación, esta misma frase me habría erizado todos los pelos de la piel, pero no en labios de Ardid; no si es ella quien lo susurra (o al menos se me antoja a mí que lo expresaría en un susurro), porque no está haciendo más que expresar lo que mi propio corazón presiente en sus más oscuras profundidades. Y es que no encuentro otra explicación posible a cómo me hace sentir esta mujer más que la de haber compartido ya alguna vida anterior con ella; que de alguna manera, ya existía una conexión previa entre nosotros y anoche nuestras almas tan sólo tuvieron que reconocerse.

Mi alma… Cuándo empecé a dejar desatendida a mi alma? En qué momento me olvidé de ella para centrarme tan sólo en el mundo material? Ella le ha insuflado ese aliento de vida que había perdido y la ha dejado al descubierto, haciéndome comprobar que sigo siendo el mismo joven que la sentía temblar de emoción con cualquier motivo de alegría o la veía hundirse en los abismos más profundos con cualquier desdicha.

Durante las horas que paso en compañía de Ardid me convierto en una persona totalmente diferente de la que acostumbro a ser con los demás, y no es que de pronto me convierta en Mr. Hyde y pierda cualquier parecido con mi yo cotidiano. Lo que en realidad me ocurre es que vuelvo a sentir plenamente que soy yo, sin escudarme tras ninguna barrera ni fachada que proteja mi vulnerabilidad. Junto a ella simplemente SOY. De la misma manera en que desnudo mi alma en estos folios he desnudado todo mi ser esta noche ante ella, sin asustarme por mostrar mis debilidades y defectos, pues es como si ya los conociera de antemano y los aceptara gustosa como parte de mí.

Realmente no sé qué voy a hacer con todo este cúmulo de sentimientos que se van volviendo cada vez más fuertes en mi interior. Cómo es posible que todas estas palabras fluyan de mí cuando hace escasos dos días me daba pereza el solo hecho de tener que rellenar un formulario! Esta mujer va a ser mi perdición…

DOMINGO 18

Ardid… Su nombre inunda mis oídos cada vez que lo pronuncio en mi mente… Ardid… Tiene razón; es una palabra que tiene un toque de sensualidad que me había pasado desapercibido hasta ahora.

Esta noche le pregunté el por qué de su pseudónimo y me di cuenta de que, pese a jactarme de lo mucho que siento que la conozco, realmente no sé ni su verdadero nombre…

“Para qué quieres saber un nombre que ni siquiera yo elegí? Dicen que, pasado un tiempo, la magia que existe entre una pareja se evapora, así que no pretendas arrebatarme la magia del misticismo, Insomne.”

Si lo llego a saber hubiera escogido cualquier otro pseudónimo para mí.

“Me rebauticé Ardid porque es una palabra que, fonéticamente, siempre me ha encantado y, además, su significado tiene tantos matices que según cómo la utilices puede tener una connotación positiva o negativa… como nosotros: Todos llevamos en nuestro interior el bien y el mal. Todas las cosas, cualquier acción puede considerarse buena o mala según el prisma bajo el que se la juzgue. Además, es el nombre de la protagonista de un libro que me fascinó hace ya años y me pareció originalísima la idea de utilizarlo como nombre; a la protagonista le iba como anillo al dedo… y a mí también! Es tan sensual, tan pícaro, incluso hay momentos en los que me resulta dulce.”

“Y qué ardid has utilizado para seducirme de esta manera y subyugar todos mis pensamientos a tu voluntad y antojo?”

“Contigo ninguno, tonto! Ya ves que no me hace falta ningún ardid para que tu alma recuerde nuestras anteriores vidas.”

“Y no tienes siquiera un poquito de curiosidad por saber mi verdadero nombre?”

“No. Para mí,  tú eres Insomne, el que aparece cada noche con las estrellas, el que contempla la misma luna que veo yo desde mi ventana porque, cariño, gracias a tu nombre sé que estás despierto, buscándome en ese cielo que nos es común a todos hasta no poder soportar más la añoranza y reunirte conmigo a través de estas, ya no tan impersonales, teclas de ordenador.”

No sé cómo lo hace pero siempre logra dejarme sin palabras, describiendo con meridiana precisión lo que siento en mi interior. Y parece mentira todo lo que es capaz de ver en cosas tan simples como un pseudónimo, escogido rápidamente y sin intención alguna.

“Y el 88? Bien podría ser mi edad!” –Me encanta desconcertarla y hacerla reír; yo diría que se está convirtiendo en mi pasatiempo favorito.

“Pues fíjate que eso no se me había ocurrido, jaja! Pero no. 88 son los 88 motivos distintos por los cuales enamorarte de mí.”

Enamorarme de ella… Cómo no había cruzado esa palabra aún por mi cabeza? Acaso corro el riesgo de enamorarme de ella? Reconocer la atracción que siento es una cosa pero… Me atrevo a incluir la palabra amor en esta relación?

“Y quién te dice a ti que no es al revés? Que no voy a darte 88 razones para que acabes perdidamente enamorada de mí?” –Es imposible no seguirle el juego; es como una telaraña que va tejiendo a mi alrededor sin que me dé cuenta, hasta que me tenga atrapado y sin ninguna vía de escape.

“Fácil. Ya lo estoy, Insomne.”

Siento que la cabeza me da vueltas, un sudor frío recorre mi espalda y mi corazón es como un caballo desbocado, latiendo frenética y desacompasadamente. No sé si es el terror o la exaltación lo que se ha apoderado de mí desde el mismo instante en que he leído esas escasas palabras, tan cargadas de significado. Mis manos tiemblan y siento ese conocido ardor devorándome las entrañas mientras una emoción, propia de un adolescente, recorre todo mi sistema nervioso, provocando que el jersey que llevo puesto me resulte ahora molesto. Tengo que reprimir las irrefrenables ganas de reír y dar saltos de alegría que se adueñan irracionalmente de mi cuerpo… Y entonces la realidad me golpea como si me hubiese caído una maceta en la cabeza.

Sonia durmiendo en la habitación contigua y yo ilusionado como hace años que no lo estaba, por la locura de una extraña prometiéndome amor. Pero qué diablos me ocurre? Qué estoy haciendo? Estoy casado, por amor de Dios! Felizmente casado! En qué lío me he metido sin darme cuenta? Para qué me voy a engañar, en uno del que ni puedo, ni quiero salir…

“Ardid… No crees que eso son palabras mayores? No sé qué decir…”

“No digas nada, Insomne. Espera a que te dé mis 88 razones antes de tomar cualquier decisión… Y la primera que te voy a dar, y la más importante, es que somos almas gemelas.”

Touché… La primera razón ha entrado directa a mi corazón.

“Ardid, cielo, se está haciendo bastante tarde y el fin de semana se ha terminado ya, lo que significa que mañana recuperaré mis acostumbradas ojeras si no me voy a dormir ahora. No creo que entre semana mi cuerpo pueda resistir nuestro maratones nocturnos”

“Pero vendrás a darme al menos las buenas noches, verdad? No te me vayas a asustar por lo que te he dicho antes!”

“Te prometo hacer todo lo posible por no fallarte, ya sabes que eres mi ángel guardián y que ya no puedo conciliar el sueño sin oír al menos una palabra tuya.”

“Entonces apúntate mi dirección de correo y así, si alguna noche no podemos encontrarnos aquí, al menos tendré la tranquilidad de saber que estás soñando conmigo.”

“Ya lo tengo apuntado. Mañana te escribo sin falta para que tú también tengas el mío. Buenas noches princesa, ya te echo de menos.”

Apago el ordenador en un estado de atribulación que no me deja pensar con claridad. Mañana tendré que crearme una cuenta de correo que utilice exclusivamente para comunicarme con ella, no puedo arriesgarme a que mi mujer descubra sus mails… Empiezo a sentirme como un embaucador, engañando a mi mujer y engañando a Ardid, manteniéndola en la ignorancia respecto a mi estado civil. Ninguna de las dos se merece que las traten de esta manera… pero mi mujer sería incapaz de comprender la situación en la que me encuentro, sintiendo como si tuviera una personalidad durante el día y otra distinta en cuanto cae el sol; siendo ambas auténticas, sinceras. Sería capaz de entenderlo Ardid? Durante tres días no he tenido el valor suficiente para revelarle la verdad por miedo a que desapareciera de mi vida de la misma forma en la que entró; pero, si como dice, es mi alma gemela, entonces tal vez haya una posibilidad de que sea capaz de aceptarlo y… Me duele la cabeza. Será mejor que me vaya a dormir.

LUNES 19

“Buenas noches Insomne! Perdona que aparezca un poquito tarde pero es que me quedé absorta en un libro que tengo que leer para clase y perdí la noción del tiempo.”

“Para clase? Pero cuántos años tienes Ardid?”

Se me heló la sangre. Es posible que no hubiera pensado en ello hasta ahora? Cómo podía haber sido tan estúpido de cometer semejante error!

“Y qué importa eso, Insomne! Además, no te han dicho nunca que es de muy mala educación preguntarle eso a una señorita?”

“Déjate de tonterías Ardid. Esto es serio. Es que no sabes que puedo meterme en un lío muy grave si eres menor de edad?”

Estaba enfadado. Enfadado con ella por su inconsciencia; por creer que existía la posibilidad de que, la que yo había tomado por una mujer singular, no fuera más que una necia chiquilla que no se había parado a pensar que podía estar convirtiéndome en un corruptor de menores. Enfadado con ella por tomarse a broma el terrible miedo que había paralizado mi corazón.

Estaba furioso conmigo mismo por no haber siquiera sospechado que cabía la posibilidad de que ella fuera una menor jugando a ser adulta; por haberme dejado engañar como a un tonto por lo que deseaba creer real. Me dolía profundamente la posibilidad de sentirme traicionado por una persona que se había convertido ya, en tan breve espacio de tiempo, en parte fundamental de mi propio ser.

“Tranquilo Insomne, o te va a dar algo! Pero bueno, es que me tomas por una niña tonta que no sabe nada de legalidades? Antes de que te dé un ataque, te diré que tengo 24 años y sí, aún soy una estudiante, pero estoy en mi último año de filología; así que no creo que tengas ningún problema con la policía… al menos en lo que a mí respecta!”

Suspiré aliviado y descargué toda la tensión que había acumulado en una risa provocada por su último comentario. Mi alma volvía a volar ligera, aunque me sintiera avergonzado por haber dudado de la integridad de mi ángel guardián.

“Y tú, cuántos años tienes?” A ver si lo que en realidad ocurre es que soy víctima de un viejo verde!”

Volví a reír; adoraba a aquella chica que parecía incapaz de molestarse conmigo. Sabía que no creía realmente lo que había dicho, así que le seguí el juego un poquito más.

“Ya te lo dije, pero no quisiste creerme. Qué crees que significa el 88 de mi pseudónimo?

“Es broma. Tengo 30 años, pero tal vez eso sea para ti una barrera infranqueable y sigas considerándome un viejo verde.”

“Por supuesto! A esa edad ya deberías estar ayudándote de un bastón para caminar pero… tienes suerte de que me gusten los viejos verdes como tú!”

Yo le gustaba; la noche anterior había dicho estar enamorada de mí… Un sentimiento de traición volvió a provocarme una punzada en el corazón, pero esta vez era yo quien no estaba siendo del todo franco con ella.

Suspiré profundamente, reuniendo todo el valor del que era capaz, y posé mis dedos sobre las teclas encomendándome a la fortuna, decidido a evitarnos un dolor que, a la larga, sería peor que ahora.

“Cielo, sé que te gusta el misterio del que nos hemos envuelto pero, ya que estamos aclarando unos puntos que considero importantes, hay algo que debo confesarte…”

“Vaya, qué serio te has puesto de repente Insomne!”

“Por favor Ardid, escúchame sin interrupciones antes de que pierda todo el coraje que he sido capaz de reunir. No sé cómo decirte esto, y me aterra lo que luego puedas pensar de mí. No quiero perderte pese a acabar de conocernos, y sé que tal vez no haya actuado de la mejor manera, pero es que apareciste sin más, de repente, arrastrándome hacia el interior de un torbellino de emociones que no me ha dejado pensar con claridad hasta ahora… Y debo pedirte perdón porque, aunque todas mis palabras han sido sinceras, yo no he sido del todo honesto contigo…”

“Insomne, dilo ya.”

“Estoy casado.”

Dejé pasar unos segundos que se me antojaron eternos, conteniendo la respiración mientras mi vista seguía mirando fijamente la pantalla, esperando cualquier reacción por su parte.

“Ardid… por favor, dime algo.”

Nada…

“Siento de veras no habértelo dicho antes de que pudieras crearte falsas expectativas. No tengo disculpa, lo sé, pero necesito que me creas cuando digo que en ningún momento fue mi intención hacerte daño; jamás has sido un juego o un pasatiempo para mí. Desde que apareciste aquella noche perdí cualquier control sobre mis actos y mi voluntad; este lazo que nos une es más fuerte que mi razón, y has de saber que jamás en mi vida me había ocurrido esto antes. No soy el típico casado, aburrido de su matrimonio, que busca divertirse fuera de casa… Esa noche tan sólo buscaba algo con lo que conciliar el sueño… y en su lugar te encontré a ti…”

Qué emociones se ocultaban tras su silencio?

“Ardid… Por favor… Lo siento…”

“Me quieres?”

“Por favor, no me preguntes eso…”

“Me quieres Insomne?”

“Ardid… Sabes que no puedo contestar a eso.”

“No es tan difícil, maldita sea! Sólo te estoy pidiendo un sí o un no! Dices que soy especial, que conmigo puedes ser tú mismo, que no puedes mentirme… Pues deja de mentirte a ti mismo y contesta si me quieres o no!”

A quién pretendo engañar? Acaso no es amor el necesitar la proximidad de una persona, el que cualquier detalle tonto te haga evocar su recuerdo con una sonrisa; el sentir cómo el temor atenaza tus entrañas con tan sólo imaginar la posibilidad de perderla?

“Sí, Ardid. Te quiero.”

No tengo dudas acerca de los sentimientos que albergo hacia ella, pero el solo hecho de decirlo hace que me remuerda la conciencia, que me sienta como un vil traidor que no merece el perdón de nadie.

“Pero no puedo permitirme expresarlo, no debo consentir que esto que ha nacido en mi interior siga creciendo hasta devorarme por completo. Ardid, no tengo nada que ofrecerte y tampoco puedo hacerle esto a mi mujer. No sería justo… para ninguno de nosotros.”

“Ahí te equivocas Insomne: puedes ofrecerme tu amistad. Puedes seguir ofreciéndome esa sinceridad de la que acabas de hacer alarde. Aunque ahora mismo no te sientas así, eres un hombre íntegro, y eso Insomne, es tan difícil de encontrar hoy en día… No voy a negarte que duele, pero agradezco que me quieras lo suficiente como para haberme dicho la verdad antes de que fuera demasiado tarde… quién dice que no lo es ya? Pero no importa. No volveré a pedirte jamás que me digas que me quieres, con saberlo tendré suficiente.”

“Ardid… No sé qué decir… No te merezco.”

“Y quién merece a quién? Pero mejor me voy a dormir. Me pesa demasiado el alma y ya no puedo pensar con claridad… demasiadas revelaciones en una misma noche.”

“Entonces buenas noches, mi ángel. Procura descansar.”

“Buenas noches.”

MARTES 20

“Buenos días Insomne. Esta noche no podré reunirme contigo en el chat porque he quedado con unas compañeras de la facultad para hacer un trabajo. Es algo que solemos hacer de vez en cuando para compartir opiniones e ideas; una especie de brainstormingque, hasta el momento, nos ha dado fantásticos resultados!

El caso es que no sé a qué hora regresaré a casa, así que será mejor que no me esperes hoy.

Cuídate.”

Ahí está la luna, presidiendo el cielo una noche más, pero hoy se me antoja algo más triste de lo normal; tal vez sea porque está menguando ya o porque tal vez le faltas tú…  Pero por qué trato de engañarme? No es a ella a quien has abandonado, sino a mí. Soy yo el que te extraña.

Esta noche un sentimiento de vacío ha anidado en mi alma; durante el día es más fácil ignorar la voz que has despertado en mi interior, ocupando mi tiempo y pensamientos con cientos de cuestiones referentes al trabajo, familia, amigos, etc.; pero al caer la noche, el mundo se silencia y entonces esa voz interna surge como un clamor en mitad de la oscuridad.

Anoche nuestra intimidad se hizo aún más estrecha si cabe a raíz de la verdad. En el temor al rechazo pude vislumbrar el segundo motivo por el que mi alma se enamora cada día más profundamente de ese ser. Sé que, ahora que he expuesto la verdad ante la luz de la conciencia, es incluso más imperdonable que utilice este tipo de palabras para expresar lo que siente mi corazón; pero en este caso, fue ella quien propuso este peligroso juego de las 88 razones por las que yo terminaría perdidamente enamorado de ella. Tal vez debiera sustituir la palabra “enamorado” por alguna más neutra pero que implique la fuerte inclinación que mi alma siente hacia ella… Las 88 razones por las que ya no sé vivir sin Ardid… Los 88 motivos que me hacen creer firmemente que existe una conexión cósmica entre su existencia y la mía.

Cuando anoche disipó todos mis temores de forma tan dulce, creí firmemente que el hecho de estar casado no afectaría a la bella amistad que estamos construyendo. Fue ella quien dijo que podíamos transformar este sentimiento en lo que nosotros quisiéramos, encauzarlo dentro de los límites de la amistad y mantenerlo ahí sin permitir que se desbordara. Y yo la creí lo suficientemente fuerte para hacer eso y más, sin embargo, este mediodía, su mail ha sido como un balde de agua fría en plena montaña nevada.

Creí reconocer esa fortaleza, ese empeño por conservar algo tan hermoso, como el segundo motivo que me daba mi ángel para desear aún con más fuerza su presencia en mi existir; pero el mail recibido esta mañana resultaba tan frío, tan carente de todo lo que la define, que un funesto presentimiento se ha instalado en mi interior, anunciando el principio del fin.

No es el contenido de esas breves líneas lo que ha agitado mi alma sino la forma en que están expresadas; tan correcta, tan distante, tan convenientemente cordial que apenas puedo reconocerla en cada una de esas palabras. Ese “cuídate” tenía el amargo sabor de una velada despedida… Tal vez, anoche se dejara llevar por la exaltación de mis palabras y, con la reveladora luz del día, ha descubierto que es preferible un distanciamiento para ver las cosas desde una perspectiva más objetiva y racional.

Debería ser yo quien impusiera ese distanciamiento para tomar plena consciencia de mis actos y sus implicaciones, del daño que puedo acabar infligiendo a las dos mujeres más maravillosas que se han cruzado en mi camino. Estos folios deberían ayudarme a reflexionar sobre mis responsabilidades y mi realidad en lugar de ser un enaltecimiento constante de ese sentimiento romántico y, me atrevería a decir, casi metafísico, que me embarga cada vez que la presencia de Ardid, o su mero pensamiento, irrumpen en mi vida.

Cuántas palabras debo haberle dedicado a mi esposa a lo largo de todo este diario? Estoy convencido de que podrían contarse con los dedos de una mano, mientras que Ardid es el norte magnético que guía cada una de mis palabras. Es como si hubiese nacido una dualidad en mí; al igual que la noche y el día, la oscuridad y la luz, al igual que la luna y el sol coexisten en un mismo espacio temporal de 24 horas; cohabitan ahora en un mismo cuerpo dos sentimientos tan fuertes y reales que me resulta imposible creer que sean enemigos entre ellos.

MIÉRCOLES 21

Hoy se presenta una noche un tanto extraña. He dejado a Sonia en el salón, enganchada como una lapa a la pantalla del televisor con una de esas series interminables que me aburren hasta decir basta, y me he venido a la pequeña habitación que utilizamos de estudio. Puedo sentir su presencia a pesar de la pared que nos separa, y el lejano rumor de la televisión me confiere una hogareña sensación de paz. Definitivamente, el nuestro es un matrimonio feliz.

Siempre hemos gozado de un entendimiento que muchas parejas han envidiado, y es lógico porque nuestro amor nació de una amistad que ya había ido creciendo poco a poco con el tiempo. Cuando nos presentó un amigo común, recuerdo que pensé que era hermosa; pero no fue, ni mucho menos, un amor a primera vista, de esos que arrasan todo tu ser nada más aparecer y cambian tu vida para siempre.

El nuestro fue un amor sosegado, fruto de las múltiples coincidencias en fiestas universitarias y reuniones de amigos. Poco a poco tuve la oportunidad de ir conociendo a esa muchacha y forjando una amistad que se fue llenando de ternura y cariño sin que yo me diera verdadera cuenta, hasta que fue demasiado tarde, y me vi atrapado en un mar de sensaciones que me decían que, en algún punto de esa amistad, yo había cruzado el límite y me había enamorado de ella. Fui plenamente consciente de ello cuando Sonia se marchó de viaje por dos semanas con unas amigas y yo me descubrí echándola terriblemente de menos, deseando que el tiempo se mostrara clemente conmigo e hiciera volar los días en un abrir y cerrar de ojos, en lugar de convertirlos en una eternidad. Comprendí que ella había traído la felicidad a mi vida y había llenado mis días de una luz especial que me hacía ver el mundo a través de unos ojos distintos, más brillantes, más alegres.

Cuando regresó le confesé que ya no sabía vivir sin ella, y así sigue siendo desde entonces. Incluso tras tres años de matrimonio y un largo noviazgo de cinco, ella sigue siendo mi fiel compañera en este camino que es la vida, la persona en la que me apoyo siempre que surge alguna adversidad, la tierna mujer a la que quiero proteger contra viento y marea de cualquier mal o tristeza… por qué, entonces, estoy aquí, frente a la pantalla de este ordenador, esperando a que la ventana abierta del chat me diga que Ella no ha decidido desaparecer de mi vida?

Imagino que Sonia me cree revisando algunos documentos del trabajo o simplemente navegando un poco por la red; si sólo supiera que me encuentro rememorando los comienzos de nuestra relación mientras espero a que otra mujer haga por fin acto de presencia en mi vida… Cómo podría explicarle lo que me está sucediendo? Cómo podría hacerle entender que mi amor por ella sigue siendo el mismo y que no cambiaría nada de nuestra vida en común? Sonia y Ardid son dos mundos completamente distintos, la primera es la razón personificada, la demostración de cómo dos personas de caracteres afines pueden complementarse y construir juntos una vida mejor, la consecución lógica de la amistad al amor a través del tiempo y el entendimiento. La segunda representa la instauración del caos y la locura en un mundo perfectamente organizado, el despertar de lo irracional que te lleva a un exótico viaje por los sentimientos más primarios, desde la euforia más grande hasta la tristeza más desoladora. Ella es la encarnación de la pasión en cada uno de sus actos y palabras, siendo capaz de hacerte creer en la existencia de elefantes verdes con tan sólo proponérselo.

Voy controlando la ventana del chat mientras dejo a mi mente vagar y escribo todo esto. Ignoro si mi espera es en vano o no pero, al menos, hoy ya no me persigue la angustia de la pasada noche; se ha ido desvaneciendo ante el convencimiento de que debo tener fe en que aquel mail no traía implícito ningún mensaje entre líneas, que fueron mis propios miedos los que me la hicieron ver como un ser voluble y débil. Pero no; quiero creer en su pasión arrolladora y en su necesidad de mí, en esa hermosa teoría suya de que su alma y la mía están conectadas por una fuerza más poderosa que la vida misma.

Es realmente paradójico que mi corazón pueda sentir dos amores tan sinceros y tan…

Dos y media de la madrugada. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un «Hola!» que revolucionó mi estado anímico y alteró el orden del espacio tiempo, sumergiéndome en un mundo paralelo en el que todas las leyes físicas y humanas pierden consistencia, un mundo en el que todo es posible.

Verla aparecer con total naturalidad me ha hecho darme cuenta de cuánto me asustaba la idea de no volver a saber de ella, de que realmente contemplaba esa posibilidad como algo muy probable y aterrador. Qué voy a hacer con estos sentimientos? Cómo diablos seré capaz de compaginar y hacer coexistir la fantástica vida que tengo junto a mi mujer con la maravillosa vida que podría ofrecerme Ardid?

JUEVES 22

«Buenos días Ardid. Aquí me tienes otra vez frente al teclado para dedicarte un ratito. Es la hora de comer y he decidido quedarme en la oficina para poder acabar con el papeleo de un caso que tengo entre manos y echar una cabezadita antes de continuar esta tarde. La verdad es que nuestras charlas nocturnas me han convertido en un adicto, dependiente del café de las mañanas; pero es un precio que estoy más que dispuesto a pagar por poder disfrutar de tu recuerdo al día siguiente. Me has convertido en un zombie sonriente, Ardid!

Llevo pensando en la proposición que me hiciste anoche desde el mismo instante en el que nos dimos las buenas noches. No sé si será una proposición indecente, pero te aseguro que es arriesgada. Ahora mismo somos felices conformándonos con el tipo de relación que tenemos. Nos conocimos no siendo más que un conjunto de frases en una pantalla y hasta ahora no hemos entendido otra forma de relación; esto es todo lo que conforma nuestro mundo, es privado y es nuestro, exclusivamente nuestro; no hay más realidad que nosotros mismos pero, qué ocurrirá si introducimos un factor externo en este mundo paralelo que hemos creado? Seremos capaces de dejarlo ahí o empezaremos a desear más?

No puedo negarte que, además, me asusta pensar en la probabilidad de que este nuevo «elemento» pueda corromper la bonita historia que ha nacido entre nosotros, modificar nuestro comportamiento y nuestros deseos, volvernos exigentes, intransigentes el uno con el otro. No me digas que eso no ocurrirá porque no lo sabes.

Anoche no me atreví a contarte la agitación que me provocó tu mail hace unos días; no quería que me supieras tan débil ni que creyeses que dudaba de ti, pero llegué a pensar que querías alejarte de mí y renunciar a lo nuestro. Llegué a creer con total convicción que el trabajo del que me hablabas era una mera excusa para escabullirte de mí sin complicaciones, y te eché de menos con un desasosiego impropio en mí. Y todo eso por una simple ausencia de la que incluso me habías advertido!

Te cuento esto ahora porque quiero que te des cuenta de lo necesarios que se han convertido nuestros encuentros para mí, tan vitales como el aire que respiro, y me da miedo pensar que si iniciamos una comunicación telefónica, esto se nos acabe yendo de las manos. Dónde poner el límite?

Piénsalo bien Ardid: Los mails no tienen noción del tiempo, sencillamente se esperan; son el «ahora», pertenecen al presente tanto en el momento de escribirse como de leerse. Pero una llamada telefónica requiere de la disponibilidad de ambos en el mismo espacio de tiempo, y eso puede generar malentendidos y situaciones incómodas que acaben por poner en peligro nuestra amistad. De verdad estás dispuesta a poner en riesgo lo que tenemos sólo por oírme?

No me malinterpretes princesa, no es que no quiera oír tu voz; de hecho uno de mis miedos es precisamente volverme adicto a ella también. Qué ocurrirá si tu risa resulta ser contagiosa y descubro otro motivo para enamorarme más de ti? Sabes que, en mis circunstancias, no puedo permitirme ese lujo. Y cada nuevo motivo que me das, noche tras noche, hace que mi tortura sea cada vez más evidente ante tus ojos. Por qué quieres regalarme el suplicio de soñar con tu voz? Bastante te necesito ya!

Además, debo decirte que tu impulso de querer llamarme se contradice con la regla que impusiste al conocernos. Qué hay de aquello de querer mantener el misterio? Al ritmo que llevamos, pronto, lo único que no conoceremos de nosotros serán los nombres. No se te ha ocurrido pensar que el prefijo con el que comienzan todos los números de teléfono revela la comunidad en la que vives? Qué ocurriría si nos diésemos cuenta de que estamos más cerca de lo que creemos? Seríamos capaces de conformarnos?

Ya ves, cielo, que he tenido tiempo para pensar en todas las implicaciones y fantasear con todo tipo de situaciones, originadas por una inocente llamada de teléfono. Tu alocada propuesta ha puesto en marcha todos los engranajes de mi imaginación, y creo poder decir que todas mis sospechas serán sólo el presagio de lo que ocurrirá. El sólo hecho de pensar en la posibilidad de dejarme mecer por el sonido de tu voz me ha llevado a ensoñaciones varias, en las que el resultado final siempre es el mismo: un irrefrenable deseo de conocerte, de poder tenerte frente a mí y…

Basta, Ardid! Mira lo que has hecho conmigo! Has sembrado la semilla de la duda en mis pensamientos. Desde que me asaltó esa idea del prefijo del número de teléfono, no dejo de preguntarme si será posible que te tenga tan cerca de mí que baste con alargar la mano para alcanzarte. Y entonces qué? Seré capaz de conservar mi templanza? Tendré la suficiente frialdad como para renunciar a algo tan sencillo como aparecer ante ti de improviso; para reprimir el pedirte cinco minutos de tu tiempo y descubrir de qué color son tus ojos?

Ya sé que no tienes la culpa de toda mi incertidumbre, que tu propuesta nació de un simple impulso y que ni siquiera sospechaste que pudiese generar tantas preguntas; pero por lo visto yo soy la parte racional de esta relación y no puedo evitar analizar todas las posibilidades que se plantean con cada una de nuestras acciones. Comprendo y comparto ese deseo fugaz de acercarnos más el uno al otro pero precisamente, debe seguir siendo fugaz.

Si te conté que estaba casado no fue sólo por no desear que las mentiras se instalaran entre nosotros. Fue también porque dudo de que yo solo sea capaz de mantenerme fiel a mi realidad; necesito de tu ayuda para no sucumbir ante los deseos que han nacido en mí, para recordarme todo por lo que he luchado en esta vida y no convertirme en un hombre que se desprecie a sí mismo. Ardid, tú puedes ser mi fortaleza y mi debilidad, el pilar en el que me sustente en momentos difíciles o la tentación que me haga caer al abismo.

Tú decides mi destino princesa, sabes que no tengo la suficiente fuerza de voluntad para oponerme a tus deseos, y es por eso que estoy apelando a tu buen juicio. Si después de leer este mail aún sigues queriendo dar ese peligroso paso hacia adelante, estoy convencido de que hallarás el modo de convencerme; por eso, me despido aquí, quedando en tus manos y a merced de tus designios.

Nos vemos esta noche princesa. El reino de los sueños es nuestro.

Tu Insomne.»

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Jueves

JUEVES 22

«Buenos días Ardid. Aquí me tienes otra vez frente al teclado para dedicarte un ratito. Es la hora de comer y he decidido quedarme en la oficina para poder acabar con el papeleo de un caso que tengo entre manos y echar una cabezadita antes de continuar esta tarde. La verdad es que nuestras charlas nocturnas me han convertido en un adicto, dependiente del café de las mañanas; pero es un precio que estoy más que dispuesto a pagar por poder disfrutar de tu recuerdo al día siguiente. Me has convertido en un zombie sonriente, Ardid!

Llevo pensando en la proposición que me hiciste anoche desde el mismo instante en el que nos dimos las buenas noches. No sé si será una proposición indecente, pero te aseguro que es arriesgada. Ahora mismo somos felices conformándonos con el tipo de relación que tenemos. Nos conocimos no siendo más que un conjunto de frases en una pantalla y hasta ahora no hemos entendido otra forma de relación; esto es todo lo que conforma nuestro mundo, es privado y es nuestro, exclusivamente nuestro; no hay más realidad que nosotros mismos pero, qué ocurrirá si introducimos un factor externo en este mundo paralelo que hemos creado? Seremos capaces de dejarlo ahí o empezaremos a desear más?

No puedo negarte que, además, me asusta pensar en la probabilidad de que este nuevo «elemento» pueda corromper la bonita historia que ha nacido entre nosotros, modificar nuestro comportamiento y nuestros deseos, volvernos exigentes, intransigentes el uno con el otro. No me digas que eso no ocurrirá porque no lo sabes.

Anoche no me atreví a contarte la agitación que me provocó tu mail hace unos días; no quería que me supieras tan débil ni que creyeses que dudaba de ti, pero llegué a pensar que querías alejarte de mí y renunciar a lo nuestro. Llegué a creer con total convicción que el trabajo del que me hablabas era una mera excusa para escabullirte de mí sin complicaciones, y te eché de menos con un desasosiego impropio en mí. Y todo eso por una simple ausencia de la que incluso me habías advertido!

Te cuento esto ahora porque quiero que te des cuenta de lo necesarios que se han convertido nuestros encuentros para mí, tan vitales como el aire que respiro, y me da miedo pensar que si iniciamos una comunicación telefónica, esto se nos acabe yendo de las manos… Dónde poner el límite?

Piénsalo bien Ardid: Los mails no tienen noción del tiempo, sencillamente se esperan; son el «ahora», pertenecen al presente tanto en el momento de escribirse como de leerse. Pero una llamada telefónica requiere de la disponibilidad de ambos en el mismo espacio de tiempo, y eso puede generar malentendidos y situaciones incómodas que acaben por poner en peligro nuestra amistad. De verdad estás dispuesta a poner en riesgo lo que tenemos sólo por oírme?

No me malinterpretes princesa, no es que no quiera oír tu voz; de hecho uno de mis miedos es precisamente volverme adicto a ella también. Qué ocurrirá si tu risa resulta ser contagiosa y descubro otro motivo para enamorarme más de ti? Sabes que, en mis circunstancias, no puedo permitirme ese lujo. Y cada nuevo motivo que me das, noche tras noche, hace que mi tortura sea cada vez más evidente ante tus ojos. Por qué quieres regalarme el suplicio de soñar con tu voz? Bastante te necesito ya!

Además, debo decirte que tu impulso de querer llamarme se contradice con la regla que impusiste al conocernos. Qué hay de aquello de querer mantener el misterio? Al ritmo que llevamos, pronto, lo único que no conoceremos de nosotros serán los nombres. No se te ha ocurrido pensar que el prefijo con el que comienzan todos los números de teléfono revela la comunidad en la que vives? Qué ocurriría si nos diésemos cuenta de que estamos más cerca de lo que creemos? Seríamos capaces de conformarnos?

Ya ves, cielo, que he tenido tiempo para pensar en todas las implicaciones y fantasear con todo tipo de situaciones, originadas por una inocente llamada de teléfono. Tu alocada propuesta ha puesto en marcha todos los engranajes de mi imaginación, y creo poder decir que todas mis sospechas serán sólo el presagio de lo que ocurrirá. El sólo hecho de pensar en la posibilidad de dejarme mecer por el sonido de tu voz me ha llevado a ensoñaciones varias, en las que el resultado final siempre es el mismo: un irrefrenable deseo de conocerte, de poder tenerte frente a mí y…

Basta, Ardid! Mira lo que has hecho conmigo! Has sembrado la semilla de la duda en mis pensamientos. Desde que me asaltó esa idea del prefijo del número de teléfono, no dejo de preguntarme si será posible que te tenga tan cerca de mí que baste con alargar la mano para alcanzarte. Y entonces qué? Seré capaz de conservar mi templanza? Tendré la suficiente frialdad como para renunciar a algo tan sencillo como aparecer ante ti de improviso; para reprimir el pedirte cinco minutos de tu tiempo y descubrir de qué color son tus ojos?

Ya sé que no tienes la culpa de toda mi incertidumbre, que tu propuesta nació de un simple impulso y que ni siquiera sospechaste que pudiese generar tantas preguntas; pero por lo visto yo soy la parte racional de esta relación y no puedo evitar analizar todas las posibilidades que se plantean con cada una de nuestras acciones. Comprendo y comparto ese deseo fugaz de acercarnos más el uno al otro pero precisamente, debe seguir siendo fugaz.

Si te conté que estaba casado no fue sólo por no desear que las mentiras se instalaran entre nosotros. Fue también porque dudo de que yo solo sea capaz de mantenerme fiel a mi realidad; necesito de tu ayuda para no sucumbir ante los deseos que han nacido en mí, para recordarme todo por lo que he luchado en esta vida y no convertirme en un hombre que se desprecie a sí mismo. Ardid, tú puedes ser mi fortaleza y mi debilidad, el pilar en el que me sustente en momentos difíciles o la tentación que me haga caer al abismo.

Tú decides mi destino princesa, sabes que no tengo la suficiente fuerza de voluntad para oponerme a tus deseos, y es por eso que estoy apelando a tu buen juicio. Si después de leer este mail aún sigues queriendo dar ese peligroso paso hacia adelante, estoy convencido de que hallarás el modo de convencerme; por eso, me despido aquí, quedando en tus manos y a merced de tus designios.

Nos vemos esta noche princesa. El reino de los sueños es nuestro.

Tu Insomne.»

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Miércoles

MIÉRCOLES 21

Hoy se presenta una noche un tanto extraña. He dejado a Sonia en el salón, enganchada como una lapa a la pantalla del televisor con una de esas series interminables que me aburren hasta decir basta, y me he venido a la pequeña habitación que utilizamos de estudio. Puedo sentir su presencia a pesar de la pared que nos separa, y el lejano rumor de la televisión me confiere una hogareña sensación de paz. Definitivamente, el nuestro es un matrimonio feliz.

Siempre hemos gozado de un entendimiento que muchas parejas han envidiado, y es lógico porque nuestro amor nació de una amistad que ya había ido creciendo poco a poco con el tiempo. Cuando nos presentó un amigo común, recuerdo que pensé que era hermosa; pero no fue, ni mucho menos, un amor a primera vista, de esos que arrasan todo tu ser nada más aparecer y cambian tu vida para siempre.

El nuestro fue un amor sosegado, fruto de las múltiples coincidencias en fiestas universitarias y reuniones de amigos. Poco a poco tuve la oportunidad de ir conociendo a esa muchacha y forjando una amistad que se fue llenando de ternura y cariño sin que yo me diera verdadera cuenta, hasta que fue demasiado tarde, y me vi atrapado en un mar de sensaciones que me decían que, en algún punto de esa amistad, yo había cruzado el límite y me había enamorado de ella. Fui plenamente consciente de ello cuando Sonia se marchó de viaje por dos semanas con unas amigas y yo me descubrí echándola terriblemente de menos, deseando que el tiempo se mostrara clemente conmigo e hiciera volar los días en un abrir y cerrar de ojos, en lugar de convertirlos en una eternidad. Comprendí que ella había traído la felicidad a mi vida y había llenado mis días de una luz especial que me hacía ver el mundo a través de unos ojos distintos, más brillantes, más alegres.

Cuando regresó le confesé que ya no sabía vivir sin ella, y así sigue siendo desde entonces. Incluso tras tres años de matrimonio y un largo noviazgo de cinco, ella sigue siendo mi fiel compañera en este camino que es la vida, la persona en la que me apoyo siempre que surge alguna adversidad, la tierna mujer a la que quiero proteger contra viento y marea de cualquier mal o tristeza… Por qué, entonces, estoy aquí, frente a la pantalla de este ordenador, esperando a que la ventana abierta del chat me diga que Ella no ha decidido desaparecer de mi vida?

Imagino que Sonia me cree revisando algunos documentos del trabajo o simplemente navegando un poco por la red; si sólo supiera que me encuentro rememorando los comienzos de nuestra relación mientras espero a que otra mujer haga por fin acto de presencia en mi vida… Cómo podría explicarle lo que me está sucediendo? Cómo podría hacerle entender que mi amor por ella sigue siendo el mismo y que no cambiaría nada de nuestra vida en común? Sonia y Ardid son dos mundos completamente distintos, la primera es la razón personificada, la demostración de cómo dos personas de caracteres afines pueden complementarse y construir juntos una vida mejor, la consecución lógica de la amistad al amor a través del tiempo y el entendimiento. La segunda representa la instauración del caos y la locura en un mundo perfectamente organizado, el despertar de lo irracional que te lleva a un exótico viaje por los sentimientos más primarios, desde la euforia más grande hasta la tristeza más desoladora. Ella es la encarnación de la pasión en cada uno de sus actos y palabras, siendo capaz de hacerte creer en la existencia de elefantes verdes con tan sólo proponérselo.

Voy controlando la ventana del chat mientras dejo a mi mente vagar y escribo todo esto. Ignoro si mi espera es en vano o no pero, al menos, hoy ya no me persigue la angustia de la pasada noche; se ha ido desvaneciendo ante el convencimiento de que debo tener fe en que aquel mail no traía implícito ningún mensaje entre líneas, que fueron mis propios miedos los que me la hicieron ver como un ser voluble y débil. Pero no; quiero creer en su pasión arrolladora y en su necesidad de mí, en esa hermosa teoría suya de que su alma y la mía están conectadas por una fuerza más poderosa que la vida misma.

Es realmente paradójico que mi corazón pueda sentir dos amores tan sinceros y tan…

 

Dos y media de la madrugada. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un «Hola!» que revolucionó mi estado anímico y alteró el orden del espacio tiempo, sumergiéndome en un mundo paralelo en el que todas las leyes físicas y humanas pierden consistencia, un mundo en el que todo es posible.

Verla aparecer con total naturalidad me ha hecho darme cuenta de cuánto me asustaba la idea de no volver a saber de ella, de que realmente contemplaba esa posibilidad como algo muy probable y aterrador. Qué voy a hacer con estos sentimientos? Cómo diablos seré capaz de compaginar y hacer coexistir la fantástica vida que tengo junto a mi mujer con la maravillosa vida que podría ofrecerme Ardid?

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Martes

MARTES 20

“Buenos días Insomne. Esta noche no podré reunirme contigo en el chat porque he quedado con unas compañeras de la facultad para hacer un trabajo. Es algo que solemos hacer de vez en cuando para compartir opiniones e ideas; una especie de brainstorming que, hasta el momento, nos ha dado fantásticos resultados!

El caso es que no sé a qué hora regresaré a casa, así que será mejor que no me esperes hoy.

Cuídate.”

 

Ahí está la luna, presidiendo el cielo una noche más, pero hoy se me antoja algo más triste de lo normal; tal vez sea porque está menguando ya o porque tal vez le faltas tú…  Pero por qué trato de engañarme? No es a ella a quien has abandonado, sino a mí. Soy yo el que te extraña.

Esta noche un sentimiento de vacío ha anidado en mi alma; durante el día es más fácil ignorar la voz que has despertado en mi interior, ocupando mi tiempo y pensamientos con cientos de cuestiones referentes al trabajo, familia, amigos, etc.; pero al caer la noche, el mundo se silencia y entonces esa voz interna surge como un clamor en mitad de la oscuridad.

Anoche nuestra intimidad se hizo aún más estrecha si cabe a raíz de la verdad. En el temor al rechazo pude vislumbrar el segundo motivo por el que mi alma se enamora cada día más profundamente de ese ser. Sé que, ahora que he expuesto la verdad ante la luz de la conciencia, es incluso más imperdonable que utilice este tipo de palabras para expresar lo que siente mi corazón; pero en este caso, fue ella quien propuso este peligroso juego de las 88 razones por las que yo terminaría perdidamente enamorado de ella. Tal vez debiera sustituir la palabra “enamorado” por alguna más neutra pero que implique la fuerte inclinación que mi alma siente hacia ella… Las 88 razones por las que ya no sé vivir sin Ardid… Los 88 motivos que me hacen creer firmemente que existe una conexión cósmica entre su existencia y la mía.

Cuando anoche disipó todos mis temores de forma tan dulce, creí firmemente que el hecho de estar casado no afectaría a la bella amistad que estamos construyendo. Fue ella quien dijo que podíamos transformar este sentimiento en lo que nosotros quisiéramos, encauzarlo dentro de los límites de la amistad y mantenerlo ahí sin permitir que se desbordara. Y yo la creí lo suficientemente fuerte para hacer eso y más, sin embargo, este mediodía, su mail ha sido como un balde de agua fría en plena montaña nevada.

Creí reconocer esa fortaleza, ese empeño por conservar algo tan hermoso, como el segundo motivo que me daba mi ángel para desear aún con más fuerza su presencia en mi existir; pero el mail recibido esta mañana resultaba tan frío, tan carente de todo lo que la define, que un funesto presentimiento se ha instalado en mi interior, anunciando el principio del fin.

No es el contenido de esas breves líneas lo que ha agitado mi alma sino la forma en que están expresadas; tan correcta, tan distante, tan convenientemente cordial que apenas puedo reconocerla en cada una de esas palabras. Ese “cuídate” tenía el amargo sabor de una velada despedida… Tal vez, anoche se dejara llevar por la exaltación de mis palabras y, con la reveladora luz del día, ha descubierto que es preferible un distanciamiento para ver las cosas desde una perspectiva más objetiva y racional.

Debería ser yo quien impusiera ese distanciamiento para tomar plena consciencia de mis actos y sus implicaciones, del daño que puedo acabar infligiendo a las dos mujeres más maravillosas que se han cruzado en mi camino. Estos folios deberían ayudarme a reflexionar sobre mis responsabilidades y mi realidad en lugar de ser un enaltecimiento constante de ese sentimiento romántico y, me atrevería a decir, casi metafísico, que me embarga cada vez que la presencia de Ardid, o su mero pensamiento, irrumpen en mi vida.

Cuántas palabras debo haberle dedicado a mi esposa a lo largo de todo este diario? Estoy convencido de que podrían contarse con los dedos de una mano, mientras que Ardid es el norte magnético que guía cada una de mis palabras. Es como si hubiese nacido una dualidad en mí; al igual que la noche y el día, la oscuridad y la luz, al igual que la luna y el sol coexisten en un mismo espacio temporal de 24 horas; cohabitan ahora en un mismo cuerpo dos sentimientos tan fuertes y reales que me resulta imposible creer que sean enemigos entre ellos.

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Lunes

LUNES 19

“Buenas noches Insomne! Perdona que aparezca un poquito tarde pero es que me quedé absorta en un libro que tengo que leer para clase y perdí la noción del tiempo.”

“Para clase? Pero cuántos años tienes Ardid?”

Se me heló la sangre. Es posible que no hubiera pensado en ello hasta ahora? Cómo podía haber sido tan estúpido de cometer semejante error!

“Y qué importa eso, Insomne! Además, no te han dicho nunca que es de muy mala educación preguntarle eso a una señorita?”

“Déjate de tonterías Ardid. Esto es serio. Es que no sabes que puedo meterme en un lío muy grave si eres menor de edad?”

Estaba enfadado. Enfadado con ella por su inconsciencia; por creer que existía la posibilidad de que, la que yo había tomado por una mujer singular, no fuera más que una necia chiquilla que no se había parado a pensar que podía estar convirtiéndome en un corruptor de menores. Enfadado con ella por tomarse a broma el terrible miedo que había paralizado mi corazón.

Estaba furioso conmigo mismo por no haber siquiera sospechado que cabía la posibilidad de que ella fuera una menor jugando a ser adulta; por haberme dejado engañar como a un tonto por lo que deseaba creer real. Me dolía profundamente la posibilidad de sentirme traicionado por una persona que se había convertido ya, en tan breve espacio de tiempo, en parte fundamental de mi propio ser.

“Tranquilo Insomne, o te va a dar algo! Pero bueno, es que me tomas por una niña tonta que no sabe nada de legalidades? Antes de que te dé un ataque, te diré que tengo 24 años y sí, aún soy una estudiante, pero estoy en mi último año de filología; así que no creo que tengas ningún problema con la policía… al menos en lo que a mí respecta!”

Suspiré aliviado y descargué toda la tensión que había acumulado en una risa provocada por su último comentario. Mi alma volvía a volar ligera, aunque me sintiera avergonzado por haber dudado de la integridad de mi ángel guardián.

“Y tú, cuántos años tienes?” A ver si lo que en realidad ocurre es que soy víctima de un viejo verde!”

Volví a reír; adoraba a aquella chica que parecía incapaz de molestarse conmigo. Sabía que no creía realmente lo que había dicho, así que le seguí el juego un poquito más.

“Ya te lo dije, pero no quisiste creerme. Qué crees que significa el 88 de mi pseudónimo?

“Es broma. Tengo 30 años, pero tal vez eso sea para ti una barrera infranqueable y sigas considerándome un viejo verde.”

“Por supuesto! A esa edad ya deberías estar ayudándote de un bastón para caminar pero… tienes suerte de que me gusten los viejos verdes como tú!”

Yo le gustaba; la noche anterior había dicho estar enamorada de mí… Un sentimiento de traición volvió a provocarme una punzada en el corazón, pero esta vez era yo quien no estaba siendo del todo franco con ella.

Suspiré profundamente, reuniendo todo el valor del que era capaz, y posé mis dedos sobre las teclas encomendándome a la fortuna, decidido a evitarnos un dolor que, a la larga, sería peor que ahora.

“Cielo, sé que te gusta el misterio del que nos hemos envuelto pero, ya que estamos aclarando unos puntos que considero importantes, hay algo que debo confesarte…”

“Vaya, qué serio te has puesto de repente Insomne!”

“Por favor Ardid, escúchame sin interrupciones antes de que pierda todo el coraje que he sido capaz de reunir. No sé cómo decirte esto, y me aterra lo que luego puedas pensar de mí. No quiero perderte pese a acabar de conocernos, y sé que tal vez no haya actuado de la mejor manera, pero es que apareciste sin más, de repente, arrastrándome hacia el interior de un torbellino de emociones que no me ha dejado pensar con claridad hasta ahora… Y debo pedirte perdón porque, aunque todas mis palabras han sido sinceras, yo no he sido del todo honesto contigo…”

“Insomne, dilo ya.”

“Estoy casado.”

Dejé pasar unos segundos que se me antojaron eternos, conteniendo la respiración mientras mi vista seguía mirando fijamente la pantalla, esperando cualquier reacción por su parte.

“Ardid… por favor, dime algo.”

Nada…

“Siento de veras no habértelo dicho antes de que pudieras crearte falsas expectativas. No tengo disculpa, lo sé, pero necesito que me creas cuando digo que en ningún momento fue mi intención hacerte daño; jamás has sido un juego o un pasatiempo para mí. Desde que apareciste aquella noche perdí cualquier control sobre mis actos y mi voluntad; este lazo que nos une es más fuerte que mi razón, y has de saber que jamás en mi vida me había ocurrido esto antes. No soy el típico casado, aburrido de su matrimonio, que busca divertirse fuera de casa… Esa noche tan sólo buscaba algo con lo que conciliar el sueño… y en su lugar te encontré a ti…”

Qué emociones se ocultaban tras su silencio?

“Ardid… Por favor… Lo siento…”

“Me quieres?”

“Por favor, no me preguntes eso…”

“Me quieres Insomne?”

“Ardid… Sabes que no puedo contestar a eso.”

“No es tan difícil, maldita sea! Sólo te estoy pidiendo un sí o un no! Dices que soy especial, que conmigo puedes ser tú mismo, que no puedes mentirme… Pues deja de mentirte a ti mismo y contesta si me quieres o no!”

A quién pretendo engañar? Acaso no es amor el necesitar la proximidad de una persona, el que cualquier detalle tonto te haga evocar su recuerdo con una sonrisa; el sentir cómo el temor atenaza tus entrañas con tan sólo imaginar la posibilidad de perderla?

“Sí, Ardid. Te quiero.”

No tengo dudas acerca de los sentimientos que albergo hacia ella, pero el solo hecho de decirlo hace que me remuerda la conciencia, que me sienta como un vil traidor que no merece el perdón de nadie.

“Pero no puedo permitirme expresarlo, no debo consentir que esto que ha nacido en mi interior siga creciendo hasta devorarme por completo. Ardid, no tengo nada que ofrecerte y tampoco puedo hacerle esto a mi mujer. No sería justo… para ninguno de nosotros.”

“Ahí te equivocas Insomne: puedes ofrecerme tu amistad. Puedes seguir ofreciéndome esa sinceridad de la que acabas de hacer alarde. Aunque ahora mismo no te sientas así, eres un hombre íntegro, y eso Insomne, es tan difícil de encontrar hoy en día… No voy a negarte que duele, pero agradezco que me quieras lo suficiente como para haberme dicho la verdad antes de que fuera demasiado tarde… Quién dice que no lo es ya? Pero no importa. No volveré a pedirte jamás que me digas que me quieres, con saberlo tendré suficiente.”

“Ardid… No sé qué decir… No te merezco.”

“Y quién merece a quién? Pero mejor me voy a dormir. Me pesa demasiado el alma y ya no puedo pensar con claridad… demasiadas revelaciones en una misma noche.”

“Entonces buenas noches, mi ángel. Procura descansar.”

“Buenas noches.”

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Domingo

DOMINGO 18

Ardid… Su nombre inunda mis oídos cada vez que lo pronuncio en mi mente… Ardid… Tiene razón; es una palabra que tiene un toque de sensualidad que me había pasado desapercibido hasta ahora.

Esta noche le pregunté el por qué de su pseudónimo y me di cuenta de que, pese a jactarme de lo mucho que siento que la conozco, realmente no sé ni su verdadero nombre…

“Para qué quieres saber un nombre que ni siquiera yo elegí? Dicen que, pasado un tiempo, la magia que existe entre una pareja se evapora, así que no pretendas arrebatarme la magia del misticismo, Insomne.”

Si lo llego a saber hubiera escogido cualquier otro pseudónimo para mí.

“Me rebauticé Ardid porque es una palabra que, fonéticamente, siempre me ha encantado y, además, su significado tiene tantos matices que según cómo la utilices puede tener una connotación positiva o negativa… como nosotros: Todos llevamos en nuestro interior el bien y el mal. Todas las cosas, cualquier acción puede considerarse buena o mala según el prisma bajo el que se la juzgue. Además, es el nombre de la protagonista de un libro que me fascinó hace ya años y me pareció originalísima la idea de utilizarlo como nombre; a la protagonista le iba como anillo al dedo… y a mí también! Es tan sensual, tan pícaro, incluso hay momentos en los que me resulta dulce.”

“Y qué ardid has utilizado para seducirme de esta manera y subyugar todos mis pensamientos a tu voluntad y antojo?”

“Contigo ninguno, tonto! Ya ves que no me hace falta ningún ardid para que tu alma recuerde nuestras anteriores vidas.”

“Y no tienes siquiera un poquito de curiosidad por saber mi verdadero nombre?”

“No. Para mí,  tú eres Insomne, el que aparece cada noche con las estrellas, el que contempla la misma luna que veo yo desde mi ventana porque, cariño, gracias a tu nombre sé que estás despierto, buscándome en ese cielo que nos es común a todos hasta no poder soportar más la añoranza y reunirte conmigo a través de estas, ya no tan impersonales, teclas de ordenador.”

No sé cómo lo hace pero siempre logra dejarme sin palabras, describiendo con meridiana precisión lo que siento en mi interior. Y parece mentira todo lo que es capaz de ver en cosas tan simples como un pseudónimo, escogido rápidamente y sin intención alguna.

“Y el 88? Bien podría ser mi edad!” –Me encanta desconcertarla y hacerla reír; yo diría que se está convirtiendo en mi pasatiempo favorito.

“Pues fíjate que eso no se me había ocurrido, jaja! Pero no. 88 son los 88 motivos distintos por los cuales enamorarte de mí.”

Enamorarme de ella… Cómo no había cruzado esa palabra aún por mi cabeza? Acaso corro el riesgo de enamorarme de ella? Reconocer la atracción que siento es una cosa pero… Me atrevo a incluir la palabra amor en esta relación?

“Y quién te dice a ti que no es al revés? Que no voy a darte 88 razones para que acabes perdidamente enamorada de mí?” –Es imposible no seguirle el juego; es como una telaraña que va tejiendo a mi alrededor sin que me dé cuenta, hasta que me tenga atrapado y sin ninguna vía de escape.

“Fácil. Ya lo estoy, Insomne.”

Siento que la cabeza me da vueltas, un sudor frío recorre mi espalda y mi corazón es como un caballo desbocado, latiendo frenética y desacompasadamente. No sé si es el terror o la exaltación lo que se ha apoderado de mí desde el mismo instante en que he leído esas escasas palabras, tan cargadas de significado. Mis manos tiemblan y siento ese conocido ardor devorándome las entrañas mientras una emoción, propia de un adolescente, recorre todo mi sistema nervioso, provocando que el jersey que llevo puesto me resulte ahora molesto. Tengo que reprimir las irrefrenables ganas de reír y dar saltos de alegría que se adueñan irracionalmente de mi cuerpo… Y entonces la realidad me golpea como si me hubiese caído una maceta en la cabeza.

Sonia durmiendo en la habitación contigua y yo ilusionado como hace años que no lo estaba, por la locura de una extraña prometiéndome amor. Pero qué diablos me ocurre? Qué estoy haciendo? Estoy casado, por amor de Dios! Felizmente casado! En qué lío me he metido sin darme cuenta? Para qué me voy a engañar, en uno del que ni puedo, ni quiero salir…

“Ardid… No crees que eso son palabras mayores? No sé qué decir…”

“No digas nada, Insomne. Espera a que te dé mis 88 razones antes de tomar cualquier decisión… Y la primera que te voy a dar, y la más importante, es que somos almas gemelas.”

Touché… La primera razón ha entrado directa a mi corazón.

“Ardid, cielo, se está haciendo bastante tarde y el fin de semana se ha terminado ya, lo que significa que mañana recuperaré mis acostumbradas ojeras si no me voy a dormir ahora. No creo que entre semana mi cuerpo pueda resistir nuestro maratones nocturnos.”

“Pero vendrás a darme al menos las buenas noches, verdad? No te me vayas a asustar por lo que te he dicho antes!”

“Te prometo hacer todo lo posible por no fallarte, ya sabes que eres mi ángel guardián y que ya no puedo conciliar el sueño sin oír al menos una palabra tuya.”

“Entonces apúntate mi dirección de correo y así, si alguna noche no podemos encontrarnos aquí, al menos tendré la tranquilidad de saber que estás soñando conmigo.”

“Ya lo tengo apuntado. Mañana te escribo sin falta para que tú también tengas el mío. Buenas noches princesa, ya te echo de menos.”

Apago el ordenador en un estado de atribulación que no me deja pensar con claridad. Mañana tendré que crearme una cuenta de correo que utilice exclusivamente para comunicarme con ella, no puedo arriesgarme a que mi mujer descubra sus mails… Empiezo a sentirme como un embaucador, engañando a mi mujer y engañando a Ardid, manteniéndola en la ignorancia respecto a mi estado civil. Ninguna de las dos se merece que las traten de esta manera… pero mi mujer sería incapaz de comprender la situación en la que me encuentro, sintiendo como si tuviera una personalidad durante el día y otra distinta en cuanto cae el sol; siendo ambas auténticas, sinceras. Sería capaz de entenderlo Ardid? Durante tres días no he tenido el valor suficiente para revelarle la verdad por miedo a que desapareciera de mi vida de la misma forma en la que entró; pero, si como dice, es mi alma gemela, entonces tal vez haya una posibilidad de que sea capaz de aceptarlo y… Me duele la cabeza. Será mejor que me vaya a dormir.

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Sábado

SÁBADO 17

Cómo es posible que, a mi edad, me encuentre como un quinceañero de hormonas revolucionadas, o mejor dicho… y lo que es peor! como una tonta quinceañera que lleva un registro de sus emociones y pensamientos en un absurdo diario que no merecería más que ser pasto de las llamas. Pero aquí estoy yo, pese a mis 30 años y pese haber dejado atrás la pubertad hace ya tanto tiempo que ni la recuerdo.

Acabo de dejarla en el chat y, es tal mi estado de excitación, que me sería imposible ir a acostarme con la intención de dormir. Tengo la imperiosa necesidad de dar rienda suelta a todas estas nuevas sensaciones que me embargan; debo liberar mi alma y calmar mi mente antes de poder ser capaz de realizar cualquier otra cosa que no sea pensar en ella. ELLA… la que parece haberse adueñado de todos mis sentidos y dedicarse a hacerlos bailar a su antojo.

Creo que me estoy metiendo en un lío del que ni siquiera puedo hablar con nadie, pero es que no lo puedo evitar; es como un magnetismo que tira de mí y me arrastra más allá de los límites de mi voluntad. Esta noche no he podido evitarlo; no he podido pese a que habíamos ido a cenar con una pareja amiga de mi mujer y, al regresar a casa, estábamos más contentos de lo habitual. Unos cuantos arrumacos y, de pronto, a Sonia ha acabado de hacerle efecto el alcohol y el cansancio ha podido con ella… “Mañana prometo recompensarte con creces”. Mañana… desde cuándo programamos todo lo que debería ser espontáneo?

Y ante este pensamiento, el recuerdo de ELLA ha cruzado mi mente como si de un relámpago se tratara,  haciéndome incluso vislumbrar el resplandor imaginario que iluminaba la habitación y sintiendo el retumbar del consiguiente trueno reverberando en mi cuerpo.

Mis pasos se han encaminado decididamente hacia el ordenador, sin nada que pudiera refrenarme; esta vez con una idea fija en mi mente, pensando en lo absurdo de mis acciones y en lo ridículo de esperar… anhelar… encontrarla allí. “Por Dios, es sábado por la noche. Cómo pretendo que esté ahí metida, perdiendo el tiempo?” Pero ahí estaba… No sé si perdiendo el tiempo o esperándome, tal y como me ha confesado más  tarde. Me esperaba… a MÍ?

Mientras las palabras fluían como un torrente entre nosotros, mi razón albergaba la esperanza de que la noche anterior no hubiese sido más que un mero espejismo, producto del cansancio y la falta de sueño. Sé que mi razón confiaba en que hoy, la misma chica que ayer me deslumbró, me resultara esta noche insulsa o superficial, y poder así relegarla como una simple anécdota en el fondo de mi memoria y poder continuar con mi vida de siempre. La cordura aseveraba que eso era lo mejor que podía haber ocurrido pero, a medida que mi pantalla se iba llenando de líneas, mi espíritu se ha ido volviendo cada vez más ligero, rompiendo todas las ataduras que lo retienen constantemente anclado a mi cuerpo.

Ha sido como rencontrarme con una vieja amiga con la que compartí en su día infinidad de cosas. La misma confianza, la misma complicidad; acabando el uno las frases del otro, comprendiendo y compartiendo cada pensamiento que cualquiera de los dos hubiera expresado. No; ha sido algo más que eso…Somos tan parecidos y tan distintos a la vez; como si fuésemos… Ah! Me da pánico admitirlo… Complementarios.

Esta noche no sólo me he descubierto amando su forma de ser, su carácter atrevido y desenfadado; esta noche Ardid ha ido un poco más allá, desnudando su alma ante mí. Imprudente ella al hacer algo tan íntimo frente a un desconocido! Pero ella no me considera así ya que, según sus propias palabras “Ayer te topaste, sin querer, con este chat porque alguna fuerza todopoderosa condujo tus pasos hasta mí. Y ayer comprendí que mis continuas incursiones sin sentido a este chat tenían el único objetivo de prepararme para cuando tú decidieses volver a mí.”

Volver? Sí, volver… Sé que suena incluso hasta psicótico y, en cualquier otra situación, esta misma frase me habría erizado todos los pelos de la piel, pero no en labios de Ardid; no si es ella quien lo susurra (o al menos se me antoja a mí que lo expresaría en un susurro), porque no está haciendo más que expresar lo que mi  propio corazón presiente en sus más oscuras profundidades. Y es que no encuentro otra explicación posible a cómo me hace sentir esta mujer más que la de haber compartido ya alguna vida anterior con ella; que de  alguna manera, ya existía una conexión previa entre nosotros y anoche nuestras almas tan sólo tuvieron  que reconocerse.

Mi alma… Cuándo empecé a dejar desatendida a mi alma? En qué momento me olvidé de ella para centrarme tan sólo en el mundo material? Ella le ha insuflado ese aliento de vida que había perdido y la ha dejado al  descubierto, haciéndome comprobar que sigo siendo el mismo joven que la sentía temblar de emoción con cualquier motivo de alegría o la veía hundirse en los abismos más profundos con cualquier desdicha. Durante las horas que paso en compañía de Ardid me convierto en una persona totalmente diferente de la  que acostumbro a ser con los demás, y no es que de pronto me convierta en Mr. Hyde y pierda cualquier  parecido con mi yo cotidiano. Lo que en realidad me ocurre es que vuelvo a sentir plenamente que soy yo,  sin escudarme tras ninguna barrera ni fachada que proteja mi vulnerabilidad. Junto a ella simplemente SOY. De la misma manera en que desnudo mi alma en estos folios he desnudado todo mi ser esta noche ante ella, sin asustarme por mostrar mis debilidades y defectos, pues es como si ya los conociera de antemano y los aceptara gustosa como parte de mí.

Realmente no sé qué voy a hacer con todo este cúmulo de sentimientos que se van volviendo cada vez más fuertes en mi interior. Cómo es posible que todas estas palabras fluyan de mí cuando hace escasos dos días me daba pereza el solo hecho de tener que rellenar un formulario! Esta mujer va a ser mi perdición…

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Viernes

VIERNES 16

Sabía que el maldito insomnio sería mi perdición; el que ha imperado en mis noches desde que tengo uso de razón y contra el que he batallado todos estos años con todos los medios posibles a mi alcance. Pero esta noche todo ha cambiado; veo con ojos renovados mi mal y siento que tiene un motivo de ser que no debía serme revelado hasta ahora. El insomnio y las largas horas de desvelo que creía inútiles, me eran odiadas al amparo de la luz del sol, porque sólo me traían enormes bostezos y unas incipientes bolsas bajo los ojos que me recordaban que, en cuanto la luna volviera a asomarse en el cielo, mis sentidos despertarían de su letargo y mi cuerpo recuperaría toda la energía que había añorado a lo largo del día, y que ahora no necesitaba para nada.

Mi gran enemigo se convirtió anoche en mi fiel amigo, y reveló que, hasta ahora, tan sólo me había estado preparando para lo inevitable… Que ¿Qué ocurrió anoche para que todo mi mundo fuera sacudido por un terremoto que lo debilitó hasta los cimientos? Ja! Como si estas hojas de diario pudiesen interesarse o contestar a tales preguntas!

Era la una de la madrugada y, como de costumbre, me hallaba observando el techo de nuestro dormitorio, mi memoria reconocía cada pequeña imperfección de éste, incluso sin siquiera necesidad de luz. Me acompañaba en el silencio la acompasada respiración que emitía el cuerpo de mi mujer… El cálido cuerpo de mi mujer… Cuántas noches hace que no…? Recuerdo haberme casado como el hombre más enamorado del mundo.

Hastiado, decidí levantarme e irme un rato al salón para poder hacer ruido sin despertarla… Estaba claro que esa noche tampoco lograría conciliar el sueño; pero, a veces, el hecho de perder un tiempo viendo estúpidos videos de YouTube operaba milagros. Así que encendí el ordenador…

Cómo terminé metido en esa ventana del chat? Eso es algo que no logro comprender; creía que desde la aparición de Facebook, Messenger y demás; tales cosas ya no existían. Así que supongo que simplemente me picó la curiosidad al ver el anuncio en la esquina superior de la pantalla.

Entrar en aquel lugar fue como contemplar el cielo y vislumbrar, entre toda la chatarra espacial que orbita alrededor de nuestro planeta, la estrella más refulgente de todo el firmamento, el lucero del alba que se dignaba a mostrarse ante mí para iluminar mi oscuridad. Sí, anoche me encontré frente a frente con la mujer más desconcertante que he conocido jamás.

Entre frikis, trabajadores nocturnos a los que les falta más de un tornillo y estudiantes aburridos; ella se abrió paso hasta mí a través de la marea de comentarios absurdos que iban inundando la pantalla del ordenador, llamando mi atención, integrándome en aquel caótico mundo que ignoraba todo lo ajeno a él; despertando una vez más mi curiosidad, y algo más que no supe descifrar, hasta que finalmente acabamos optando por obviar a todos los demás y centrarnos exclusivamente en nuestra charla. No sé en qué punto de la conversación me di cuenta de que ella había logrado remover algo en mi interior que creía dormido, o tal vez ya extinguido, sin proponérselo… Ardid… Quién se pone un pseudónimo como Ardid? Yo me había decidido por un modesto Insomne88 y, aun así, no pasé desapercibido ante sus perspicaces ojos.

Las horas volaron sin que me diera cuenta, y no fue hasta que vi los primeros rayos de luz colándose furtivamente por la ventana del salón, que me di cuenta de que llevaba cinco horas charlando con aquella desconocida que, ahora, ya no era tan desconocida para mí. En lugar de conseguir mi objetivo de caer en los brazos de Morfeo, descubrí que la madrugada había pasado como una exhalación en su compañía, sin nada importante de lo que conversar pero sin que ningún silencio incómodo tuviera el valor de hacer acto de presencia e instalarse entre nosotros.

Siempre he oído que todas las grandes historias se desarrollan a partir de hechos intrascendentes, y así he sentido que ocurría con ella: A través de tontas conversaciones en las que ella iba revelándome una personalidad tan fresca como la brisa de la mañana, he comenzado a sentir que mi corazón iba haciéndose cada vez más ligero y que la risa acudía a mis labios con más facilidad que de costumbre. Un cosquilleo ha recorrido mi alma (Dios mío, pero es que aún estaba viva?) cuando le he leído decir “Insomne, eres único!” No he podido evitar reírme: cómo puede el insomne número 88 ser único?

Pero así me parece que es ella: sincera, espontánea, tan diferente a todo lo que me rodea habitualmente… Sin miedo a las consecuencias que puedan tener sus palabras o sin el temor que tenemos todos a mostrar nuestro verdadero ser. Con ganas de comerse la vida a bocados, sin darse cuenta de que es ella a la que yo me comería a bocados, esperando el mismo sabor que ofrece el primer mordisco de una manzana o el primer trago de cerveza en un día caluroso.

No sé bien qué es lo que ha ocurrido esta noche, pero algo que creía olvidado se ha despertado en mí interior, haciendo vibrar todas las fibras de mi ser y recordándome el que fui una vez, antes de ser esposo, abogado, presidente de la comunidad, socio número 1477 de la protectora de animales… antes de ser cualquier cosa etiquetable y olvidar quién era yo realmente.

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Un lugar singular

Cooking, travelling & more

M. H. Heels

Persiguiendo maldiciones

Taller de escritura

Donde los sueños toman forma